El misterio de las luciérnagas desaparecidas

Mayo, 2024

Desde que el ser humano observa el cielo nocturno, las luciérnagas han iluminado las noches de verano con su mágico resplandor. Pero informes anecdóticos procedentes de toda Norteamérica sugieren que las poblaciones de luciérnagas podrían estar disminuyendo en las últimas décadas. Para resolver este misterio, los científicos han aprovechado un enorme conjunto de datos de ciencia ciudadana para descubrir los complejos factores ambientales que influyen en la abundancia de luciérnagas, y han identificado el cambio climático como una amenaza potencial.

Las luciérnagas, o Lampyridae, representan más de 2.000 especies repartidas por todo el mundo. Aunque sólo unas pocas producen luz, las exhibiciones de cortejo bioluminiscentes hacen de las luciérnagas una de las familias de insectos más carismáticas. Sin embargo, hasta ahora se sabía muy poco sobre los patrones a gran escala de sus poblaciones. "Las luciérnagas son difíciles de estudiar porque las distintas especies emiten señales en momentos diferentes y habitan en hábitats diversos", explica el biólogo Darin McNeil, de la Universidad de Kentucky. "Necesitábamos grandes datos para comprender las necesidades ecológicas de estos insectos en todo un continente".

Firefly Watch es un proyecto de ciencia ciudadana puesto en marcha en 2008 por el Museo de la Ciencia de Boston. Los voluntarios registran los avistamientos de luciérnagas durante las encuestas nocturnas y proporcionan datos sobre la ubicación, la fecha, las condiciones meteorológicas y la abundancia estimada. A lo largo de su década de historia, Firefly Watch ha acumulado registros de 24.683 lugares únicos del este de EE.UU. "Este conjunto de datos nos ha permitido obtener una visión sin precedentes de las poblaciones de luciérnagas a gran escala espacial y temporal", afirma McNeil.

 

"Las luciérnagas parecen exquisitamente sensibles a los niveles de temperatura y humedad, que los modelos climáticos predicen que se verán alterados por el calentamiento de nuestro mundo".

 

McNeil y un equipo interdisciplinar analizaron los datos de la Observación de luciérnagas mediante algoritmos de aprendizaje automático y descubrieron patrones de presencia de luciérnagas relacionados con el clima, el tiempo, el suelo y el uso de la tierra, entre otros factores. Sus hallazgos, publicados recientemente en la revista Science of the Total Environment, representan la evaluación más completa hasta la fecha de los factores que influyen en las poblaciones de luciérnagas en el este de Norteamérica.

En primer lugar, los investigadores crearon modelos para tener en cuenta el sesgo de detección en función de factores como la fecha, la hora de la noche, la temperatura y la luz de la luna. A continuación, analizaron la relación entre los patrones climáticos a gran escala y la abundancia de luciérnagas, trazando un mapa de los puntos calientes y fríos del paisaje. Sorprendentemente, los mejores climas maximizaron las poblaciones de luciérnagas en el Medio Oeste, el Atlántico medio y partes de las Grandes Llanuras, regiones que tradicionalmente no se consideraban bastiones de las luciérnagas.

Más localmente, el equipo descubrió que el número de luciérnagas dependía en gran medida de las complejas interacciones entre las condiciones del suelo, el clima y las características de la cubierta terrestre. Por ejemplo, la abundancia aumentaba con la humedad del suelo, pero disminuía drásticamente en suelos arenosos incapaces de retener el agua. Las condiciones más cálidas también favorecían a las luciérnagas, pero sólo hasta cierto punto: el exceso de calor reducía las poblaciones, probablemente debido al impacto sobre las larvas o los insectos presa.

En particular, los resultados apuntan al cambio climático como una amenaza creciente. "Las luciérnagas parecen exquisitamente sensibles a los niveles de temperatura y humedad, que según los modelos climáticos se verán alterados por el calentamiento del planeta", afirma McNeil. El análisis del equipo sugiere que algunas regiones podrían aumentar el número de luciérnagas a medida que las condiciones se vuelvan más óptimas, pero que las poblaciones en general se enfrentarán a un declive a medida que las temperaturas superen los límites tolerables.

Algunos resultados cuestionaron las hipótesis anteriores. Contrariamente a lo esperado, los modelos no detectaron efectos negativos del uso de plaguicidas tras tener en cuenta la correlación con la cubierta terrestre. Y, sorprendentemente, la abundancia era mayor en las tierras de cultivo que en los bosques, aunque los investigadores señalan que este patrón requiere un estudio más profundo.

Los resultados coincidieron con varios factores de estrés conocidos. La urbanización redujo considerablemente el número de luciérnagas, ya que las superficies impermeables sustituyeron a los suelos permeables que necesitan las larvas. Y la contaminación lumínica provocada por la iluminación artificial nocturna parece perturbar el comportamiento de cortejo al interferir con las señales bioluminiscentes.

"Este trabajo proporciona el apoyo empírico que necesitábamos desde hace tiempo para evaluar los factores que impulsan el declive de las luciérnagas", afirma McNeil. "Sugiere prioridades de conservación en torno a la mitigación de los impactos del cambio climático y la preservación de hábitats oscuros y húmedos cerca de la superficie del suelo". El equipo subraya que tanto la vigilancia constante como la adopción de prácticas de gestión de la tierra respetuosas con los insectos serán fundamentales para proteger a las luciérnagas de Norteamérica en el futuro.

Ciudadanos científicos de todo el país aportaron la materia prima que hizo posible este novedoso conocimiento. "Las luciérnagas son carismáticas, fáciles de observar para cualquiera, pero su complejidad era invisible sin grandes datos que analizaran las tendencias poblacionales en distintos entornos", afirma McNeil. "Esto pone de relieve cómo la ciencia ciudadana puede resolver misterios ecológicos antes fuera de nuestro alcance, con implicaciones para orientar mejor la conservación no sólo de las luciérnagas, sino de muchas especies amenazadas."

Cada verano, al caer la noche, las luciérnagas siguen emitiendo señales desde prados, marismas y patios de costa a costa. Pero con la intensificación de las presiones climáticas, su futuro depende más que nunca de la acción. Al desvelar las claves de la supervivencia de estos escarabajos luminosos, este estudio histórico abre el camino a estrategias científicas que garanticen que las luciérnagas sigan iluminando la infancia de las generaciones venideras.

Referencia(s)

  1. DOI: 10.1016/j.scitotenv.2024.172329 

 

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Sobre el autor

  • Dilruwan Herath

    Dilruwan Herath es un médico británico especializado en enfermedades infecciosas y ejecutivo médico farmacéutico con más de 25 años de experiencia. Como médico, se especializó en enfermedades infecciosas e inmunología, desarrollando una decidida orientación hacia el impacto en la salud pública. A lo largo de su carrera, el Dr. Herath ha desempeñado varias funciones de liderazgo médico de alto nivel en grandes empresas farmacéuticas mundiales, liderando cambios clínicos transformadores y garantizando el acceso a medicamentos innovadores. En la actualidad, es miembro experto de la Facultad de Medicina Farmacéutica en su Comité de Enfermedades Infecciosas y sigue asesorando a empresas de ciencias de la vida. Cuando no ejerce la medicina, al Dr. Herath le gusta pintar paisajes, los deportes de motor, la programación informática y pasar tiempo con su joven familia. Mantiene un ávido interés por la ciencia y la tecnología. Es EIC y fundador de DarkDrug.

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